Hoy en dia el  Perú vive un boom económico creciendo a dos dígitos y por ello los temas de campaña no son el crecimiento, sino la falta de gestión en el Estado y una política redistributiva adecuada. Sumergidos en la temporada electoral que nos tendrá entretenidos hasta abril, parecería que el país se pone "on hold", pero no es así y hay que tener cuidado porque la vida sigue.

La ley aprobada en estos días que otorga facultades adicionales a la Contraloría para sancionar a los funcionarios públicos está muy relacionada con la gestión en el Estado y creemos que hará que ésta empeore, pues trata de castigar al funcionario público, lo que lo paralizará.

La Contraloría es fundamental para la buena marcha del sector público y el desarrollo del país, y si no vinculamos al sector público con el privado, pensaremos que el tema en discusión sólo compete a empleados públicos. Grave error.

Cuando se aprobó la ley mencionada, funcionarios públicos comprometidos, honestos y que quieren seguir trabajando para el Estado, se mostraron muy preocupados por ésta, pero sobre todo por la actitud de la Contraloría, y definitivamente ello nos compete a todos, pues la gestión de un funcionario asustado por una sanción es la inacción.

Hoy la Ley de Carrera Administrativa contiene sanciones aplicables a funcionarios por faltas administrativas durante su labor. Permitir que la Contraloría imponga sanciones fuera del ámbito administrativo, a mi juicio, es ilegal, pues únicamente el Poder Judicial puede conocer supuestos delitos, investigarlos y decir derecho. ¿Impartirán justicia los contadores? La actitud de la Contraloría, positiva en muchos aspectos, parece revestirse a veces de un manto punitivo que desalienta a funcionarios públicos. El funcionario corrupto y ladrón seguirá siéndolo con o sin estas normas.

El decente está aterrado ante el hecho de que le permitan a la Contraloría aplicar estas sanciones. Por ello, la Contraloría debería demostrar que puede trabajar de la mano del funcionario y no ser únicamente policía. Debería acompañar el desarrollo del país y no ahuyentar a los buenos funcionarios que aún tenemos.

El Contralor debe meditar sobre el rol de su entidad, acercarse a los funcionarios públicos a ver qué piensan y evaluar si lo que el país requiere es más Policía o una Contraloría que trabaje de la mano del funcionario para el bien de la ciudadanía.